INTRODUCCIÓN
A LA HOMILÉTICA
"La
exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples"
Salmo 119:130
1.1.
DEFINICIÓN Y EXPLICACIÓN DE LA PALABRA HOMILÉTICA
La
palabra "Homilética", no se encuentra en algunos
diccionarios de la lengua española. Es un término que
introdujeron los antiguos misioneros en los seminarios establecidos
por ellos mismos, en la América Latina. Ese término lo
introdujeron sin traducir.
En
el inglés si se encuentra este vocablo. En el diccionario de
Webster (en el cual se trabajó 20 años para producirlo), nos dice
que el término viene del griego "Homiletikós", que
significa "platicas con". Homilética es por lo tanto,
dice el diccionario, el arte de predicar.
La
palabra "Homilía" tiene también en su raíz etimológica
relación con la palabra homilética. El diccionario de
Etimología por Joan Corominas nos lleva hasta el año 1584 d.C.,
donde se principió a utilizar el término Homilía del griego,
"homilía" que significa originalmente "reunión",
"conversación familiar". Un diccionario español
define la palabra Homilía como "plática" que se hace para
explicar al pueblo las materias de religión.
De
modo que la palabra Homilética, en su forma más breve y sencilla,
podríamos definirla así: HOMILÉTICA ES EL ARTE DE PREPARAR Y
PRESENTAR EL SERMÓN CON ÉXITO.
La
Homilética es un arte que debe ser estudiado por todo ministro
sincero del evangelio, por ser que se trata de aquello que le puede
ayudar a dignificar su ministerio y hermosearlo de modo que
fructifique para la honra y gloria del Divino Maestro.
·
Bienaventuranzas del predicador.
·
Antes de Dar el mensaje tome en cuenta esto...
·
Preguntas vitales para nuestro ministerio.
a.
Bienaventurado el predicador que sabe ayudar y orar.
b.
Bienaventurado el predicador que estudia para predicar.
c.
Bienaventurado el predicador que sabe predicar.
d.
Bienaventurado el predicador que sabe variar el timbre de voz.
e.
Bienaventurado el predicador que sabe cuándo terminar su sermón.
f.
Bienaventurado el predicador que se predica el sermón primero a sí
mismo.
g.
Bienaventurado el predicador que predica sobre grandes temas.
h.
Bienaventurado el predicador cuyos sermones son claramente enunciados
y progresivos.
i.
Bienaventurado el predicador cuyo sermón es una unidad y tiene un
propósito definido.
j.
Bienaventurado el predicador que raras veces usa el pronombre "YO".
1.2.
ANTES DE DAR EL MENSAJE TOME EN CUENTA ESTO
A.
Cuando usted anuncie un tema, cíñase a él. Si piensa hablar
de la fe, no diga nada del amor. Algunos tienen por costumbre
anunciar un tema que nunca desarrollan.
B.
Estudie bien lo que va a decir; sepa de antemano lo que se propone
presentar ante el público. Empezar por el Génesis y terminar con
revelación cada vez que se habla, indica claramente falta de
preparación.
C.
Tengan sus ideas ordenadas y Bien clasificadas. Ideas claras
hacen buena impresión. El publico tiene más nociones de lógica y
de Bueno sentido que lo que usted se imagina.
D.
Evite los chismes en el sermón. Una Buena ilustración en su
momento oportuno remacha las ideas; pero los cuentos graciosos,
además de echar a perder la seriedad del mensaje, convierten al
predicador en un charlatán.
E.
No haga uso de palabras y expresiones vulgares. Molestan al oído de
las personas series y rebajan la dignidad del mensaje y del
mensajero.
F.
Presente siempre el mensaje con un pensamiento nuevo. No podemos
cambiar las verdades, pero podemos decirlas de manera que resulten
siempre interesantes. Recuerde que in interés, no hay mensaje.
1.3.
PREGUNTAS VITALES PARA NUESTRO MINISTERIO
A.
Cuando tomamos el púlpito para dar el mensaje, ¿lo hacemos
MECANICAMENTE, o INSPIRADOS POR DIOS?
B.
En el trabajo de entre semana, ¿servimos como ADMINISTRADORES o como
EMBAJADORES?
C.
En la mente de la multitud, ¿somos hombres de RELACIONES PÚBLICAS o
somos HOMBRES QUE HAN "...ESTADO CON JESÚS".
D.
En su oficina o lugar de estudio, ¿se convierte en un INGENIERO
TEÓLOGO o un SIERVO DE DIOS, recibiendo el mensaje de Dios para ese
tiempo?
E.
Cuando MINISTRAMOS, ¿piensa en el PECADOR, y el PUEBLO DE DIOS o
piensa más en la POLÍTICA ECLESIÁSTICA?
Con
toda seriedad y abierto debemos considerar estos apuntes y
sugerencias, que nos pueden ayudar a enriquecer nuestro
ministerio. Este es el deseo de un servidor en la magna obra de
nuestro divino Salvador.
"Predicando
no sólo para informar sino para formar; ...a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo". (Gálatas 4:19; Efesios 4:12).
2.
EL PREDICADOR Y LA PREDICACIÓN
"Y
nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la
palabra". Hechos 6:4.
2.1
EL MINISTERIO DE LA PALABRA
Lo
apóstoles, hombres santos y consagrados a seguir las pisadas del
Maestro de Nazareth, se encontraban sirviendo "...las mesas..."
y ministrando necesidades sociales, físicas y con la gran
responsabilidad de alimentarlos espiritualmente; llegaron a un
acuerdo, que sería el de utilizar, a otros hombres con cualidades
semejantes a las de ellos, para que estos (diáconos) se encargaran
del trabajo inferior y ellos continuaran con su trabajo primordial,
el de orar y predicar. Así ellos cumplirían con la encomienda
divina de Cristo "...Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura" (Hechos 6:1-7; Marcos 16:15).
"Y
el mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas; a otros
evangelistas; a otros pastores y maestros..." (Efesios 4:11).
Enseguida
les sugiero una aplicación práctica de este versículo, en relación
al predicador de hoy, según James D. Crane:
"Pero,
¿qué significa todo esto para nosotros? Nos hace ver con claridad,
no sólo lo que "el ministerio de la Palabra" fue en los
tiempos neotestamentarios, sino lo que debe ser hoy y siempre. Este
ministerio ha de ser apostólico, profético, evangelístico y
pastoral. Ha de ser apostólico en el sentido de basar su
mensaje en "la fe entregada una vez para siempre a los santos"
(Judas 3). Ha de ser profético en el sentido de entregar su
mensaje bajo el impulso directo del Espíritu Santo y con el fin de
satisfacer las necesidades espirituales de los oyentes. Ha de
ser evangelístico o misionero en su urgencia de traer las almas
perdidas a Cristo como Salvador. Ha de ser pastoral en su empeño
constante y abnegado de edificar a los creyentes en Cristo como
Señor"
2.2.
REQUISITOS DEL PREDICADOR
Pablo
insigne siervo de Cristo, al transcurrir los años, en el desarrollo
del "...ministerio de la palabra..." llega a una conclusión
referente a las calificaciones de aquellos que serían llamados a
dedicarse a este santo ministerio de la palabra, y en la primera
epístola a Timoteo capítulo tres y versículo uno al catorce,
enumera los requisitos de estos predicadores, a los cuales en ésta
enseñanza, haremos alusión en una forma indirecta, trayendo a su
atención algunos puntos prácticos.
2.2.1.
Su vida debe ser sin reproche. Es menester que el predicador tenga un
buen testimonio entre los hombres y una conciencia limpia ante
Dios. Si su vida tiene manchas o él no anda rectamente delante
del mundo, él no tiene influencia y su predicación, aunque sea
elocuente, no tendrá valor para conmover a las almas.
Si
su conciencia no es pura, su predicación no será ungida de Dios y
sus palabras serán "como metal que resuena y címbalo que
retiñe".
Un
hombre no puede guiar al rebaño a cosas más profundas que las que
él mismo ha experimentado, ni alzarlo a alturas más altas que él
no haya subido.
La
conducta moral del predicador ha de ser "irreprochable". Esta
es una expresión muy fuerte. Significa no solo que no debe
haber acusación en su contra, sino que debe ser imposible formularle
una acusación que pudiera resistir la investigación. Su
conducta debe ser tal que no deje al adversario ninguna base posible
para vituperar su vocación. Tan así ha de ser que aun entre
los extraños: "es necesario que goce de buen nombre". El
predicador ha de ser un "modelo a los que creen, en palabra, en
comportamiento, en amor, en fe y en pureza" (1ª. Timoteo
4:12). Es cierto que todo hijo de Dios tiene la misma obligación
de andar como es digno de la vocación con que ha sido llamado
(Efesios 4:1) pero la posición prominente del predicador aumenta
grandemente su responsabilidad a este respecto.
2.2.2.
Debe tener interés en la humanidad. Es una cosa que el predicador
siente una carga por su sermón, y es otra que sienta carga por la
gente a quien le va a predicar. Es muy natural que un hombre,
sabiendo que le toca predicar, busca de Dios un mensaje, porque no
quiere fracasar. Pero si su mayor interés es solamente en ser
un buen predicador y predicar un buen sermón, él es "corto de
vista". El sermón no puede tener mucho valor porque no
tiene un propósito que vale. El predicador que puede conmover
la humanidad es el que ama la humanidad y su propia alma es
angustiada por el estado espiritual de ella.
El
predicador que se mezcla con la gente llega a conocer sus
sufrimientos, triunfos, flaquezas, gozos y tristezas. Su corazón
se derrite de compasión por ellos. En el púlpito él es una
fuente derramándose con palabras de consolación, exhortación y
edificación. Su sermón es poderoso porque está encendido en
el fuego de su propia alma.
El
contacto con la gente ayuda al predicador mismo. Le hace humano,
jovial, amigable, con un calor en su personalidad - cualidades que
son provechosos para su ministerio.
El
que gasta toda la semana encerrado en su oficina, estudiando, puede
tener mensajes profundos, pero no ministra a la humanidad porque no
le conoce. El estudio y la oración son muy necesarios pero no
deben impedir el contacto con la gente.
2.2.3.
Debe ser profundo en la Palabra
"Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado como obrero que no tiene
de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad". 2ª.
Timoteo 2:15.
El
predicador debe ser diligente en el estudio de la Biblia (2ª.
Timoteo 2:15 y 3:15; Juan 5:39). El hermano M.J. Gaxiola nos
aconseja a leer más, en su escrito así como sigue:
"SOMOS
GENTE DEL LIBRO, gente de la Biblia. De allí procede nuestra
predicación y se requiere que la conozcamos antes de que podamos
compartirla con otros".
El
ministro debe entonces leer constantemente la Biblia a fin de que
cada vez esté más familiarizado con los personajes, eventos,
lugares de ideas de que trata. Mientras más lea su Biblia, más
se empapará el ministro del contenido y el espíritu del libro de
Dios y más sentirá la acción del Espíritu Santo que le conduce al
conocimiento de la verdad y el deseo de llevar esa verdad a otros.
El
ministro debe también leer todo lo que le permita saber más acerca
de la Biblia, su historia y su desarrollo, las características de
los idiomas originales y todo aquello que le permita tener una idea
más precisa del contenido general de la Palabra de Dios.
APRENDER
a leer significa que adquirimos un hábito que alguien llamó "el
único vicio del que no hay que arrepentirse". El que lee
tiene necesariamente una mente más despierta y adquiere forzosamente
una mayor sensibilidad espiritual e intelectual.
2.2.4.
Debe ser hombre de oración. En los siguientes párrafos
encontraremos algunos consejos muy directos al corazón del ministro
del evangelio.
2.3.
LA PRIMACIA DE LA ORACIÓN
La
oración en la vida, en el estudio y en el púlpito del predicador,
ha de ser una fuerza conspicua y que a todo trascienda. No debe
tener un lugar secundario, ni ser una simple cobertura. A él le
es dado pasar con su Señor "la noche orando a Dios". Para
que el predicador se ejercite en esta oración sacrificial es
necesario que no pierda de vista a su Maestro, quien "levantándose
muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fue a un lugar
desierto, y allí oraba". El cuarto de estudio del
predicador ha de ser un altar, un Bethel, donde le sea revelada la
visión de la escala hacia el cielo significando que los pensamientos
antes de bajar a los hombres han de subir hasta Dios; porque todo el
sermón esté impregnando de la atmósfera celestial, de la
solemnidad que le ha impartido la presencia de Dios en el estudio.
El
predicador debe, por la oración, poner a Dios en el sermón. El
predicador, por medio de la oración, acerca a Dios al pueblo antes
de que sus palabras hayan movido al pueblo hacia Dios. El
predicador ha de tener audiencia con Dios antes de tener acceso al
pueblo. Cuando el predicador tiene abierto el camino hacia Dios,
con toda seguridad lo tiene abierto hacia el pueblo.
Los
predicadores son seres humanos y están expuestos a ser arrebatados
por las corrientes del mundo. La oración es un trabajo
espiritual y la naturaleza humana rehuye un trabajo espiritual y
exigente. La naturaleza humana gusta de bogar hacia el cielo con
un viento favorable y un mar tranquilo. La oración hace a uno
sumiso. Abate el intelecto y el orgullo, crucifica la vanagloria
y señala nuestra insolvencia espiritual. Todo esto es difícil
de sobrellevar para la carne y la sangre.
El
poco valor que damos a la oración está evidenciado por el poco
tiempo que le dedicamos. Hay veces que el predicador sólo le
concede los momentos que le han sobrado.
El
predicador tiene la comisión de orar tanto como de predicar. Su
labor es incompleta si descuida alguna de las dos. Aunque el
predicador hable con toda la elocuencia de los hombres y de los
ángeles, si no ora con fe para que el cielo venga en su ayuda, su
predicación será como "metal que resuena y címbalo que
retiñe", para los usos permanentes de la gloria de Dios y de la
salvación de las almas.
2.4.
LA PRIMACÍA DE LA PREDICACIÓN
En
su exposición sobresaliente sobre el tema de la predicación, nos
dice J.D. Crane así:
Corría
el año sesenta y seis. Desde la húmeda celda romana en que
aguardaba su proceso final, el anciano Pablo escribía Timoteo, su
hijo en la fe. Era su última carta, y en ella vertía el alma
en palabras de consejo, de estímulo, de exhortación y de
advertencia. Ya para terminar, reunió la audiencia de todo lo
dicho en un gran encargo final:
"Requiero
yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a
los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a
las fábulas. Pero tú vela en todo, soporta a las aflicciones,
haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya
estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano".
(2ª. Timoteo 4:1-6).
¡El
deber principal de Timoteo era el de predicar! Los motivos más
solemnes lo impulsaban a ello. Pablo pronto dejaría de existir.
Callada la voz de aquel que "desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico" había "llenado todo del
evangelio de Cristo" (Romanos 15:19). Era menester que otra
voz anunciara las buena nuevas. Además, la oportunidad
pasaba. Se divisaban los tiempos en que los hombres no
presentarían atención al mensaje de vida sino que buscarían a
maestros que halagaran sus oídos con palabras melifluas de una falsa
paz. Por tanto había que aprovechar la oportunidad
presente. Otro motivo era el hecho de estar actuando
constantemente "delante de Dios". El ojo divino lo
vigilaba, tomando nota de su labor. Por último, la perspectiva
del juicio final en que el Señor Jesús, "el Príncipe de los
Pastores", premiaría con "corona incorruptible de
gloria". (1ª. Pedro 5:4) a los que hubieran desempeñado
su comisión con fidelidad, le animaba a ser constante y cumplido en
su ministerio de la predicación.
Las
palabras dirigidas a Timoteo tiene una aplicación perenne a la
iglesia del Señor. Su tarea principal es la predicación. Cuando
Cristo subió al monte y llamó a sí a los que quiso y estableció a
los doce como cuerpo apostólico, su propósito fue "para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen
potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios". (Marcos
3:14. 15). La comunión con Cristo sería su preparación; los
milagros de sanidad serían credenciales para su mensaje en el tiempo
transitorio de la cimentación de la causa cristiana en un mundo
hostil y la obra central había de ser la de predicar. Cuando
los doce fueron enviados de dos en dos a recorrer la provincia de
Galilea, sus instrucciones fueron: "Y yendo, predicad..." Cuando
los apóstoles pidieron una señal de la futura venida del Señor y
del fin del mundo, les indicó que sería "predicado este
evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los
gentiles; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14) Y cuando el
Maestro quiso reducir a la forma más breve posible su gran comisión,
la expresó en estas palabras: "Id por todo el mundo,
predicad el evangelio a toda criatura". (Marcos 16:15).
La
primacía de la predicación fue bien entendida por la iglesia
primitiva. Cuando Felipe descendió a la ciudad de Samaria, "les
predicaba..." (Hechos 8:5). Cuando Pedro se presentó ante
el centurión romano en Cesarea, le dijo que el Señor "nos
mandó que predicásemos..." (Hechos 10:42). Cuando los
filósofos atenienses quisieron describir a Pablo, dijeron: "Parece
que es predicador..." (Hechos 17:18). Y tuvieron mucha
razón porque el mismo apóstol consideraba que la predicación era
su tarea principal, como vemos en su declaración a la iglesia de
Corintio, cuando dijo: "Porque no me envió Cristo a bautizar,
sino a predicar el evangelio" (1ª. Corintios 1:17). Tan
así era que Pablo conceptuaba como una imposibilidad el que las
gentes creyesen "sin haber quien les predique" (Romanos
10:14). "Así predicamos", dijo, "y así habéis
creído". (1ª. Corintios 15:11).
2.5.
DEFINICIÓN DE LA PREDICACIÓN
Un
ministro apostólico describe lo que es predicar, diciendo: "Predicar
es dar a conocer la voluntad de Dios según se revela en las
Escrituras y hacerlo con unción del Espíritu Santo, con sabiduría,
destreza, amor, belleza, disciplina, atractivo y perseverancia, de
modo que la predicación sea entendida y aceptada como Palabra de
Dios, al grado que inspire a quienes la escuchan a creerla,
obedecerla, vivirla y propagarla".
Al
mismo tiempo este ministro nos dice lo que NO es predicar. "Predicar
NO es regañar, NI confundir, engañar, enredar, perder el tiempo,
presumir, excitar, incitar, recitar, meterse en aprietos, salir de
aprietos, asustar, amenazar, vengarse, aprovecharse, etc."
El
hermano Maclovio Gaxiola L. Define la predicación en una forma muy
interesante y dice: "La predicación del evangelio es el
hacha puesta a la raíz de los árboles, los derriba con
violencia. Los arranca de su puesto y los prepara para que
llevados al aserradero pasen por el molino y después por el banco
del ebanista, llegando a convertirse en mueble o en utensilio para
estar en la sala o en la recámara, dando servicio al hombre. La
predicación del evangelio derriba a los hombres de su pedestal, les
arranca de la ignorancia, del orgullo, de la vanidad y los lleva poco
a poco al arrepentimiento, en donde una vez convertidos, pueden irse
moldeando hasta llegar a estar en la casa de Dios. Adornando en
todo la doctrina de nuestro Salvador Dios".
2.6.
LA PREDICACIÓN DEFINIDA ETIMOLÓGICAMENTE
La
idea fundamental de la comunicación verbal se revela claramente al
examinar los diferentes verbos griegos traducidos por la voz
"predicar" en la Versión de Valera. Dos veces (Marcos
2:2; Hechos 14:25) está representada la traducción de laleo, verbo
que significa simple y llanamente "hablar", como puede
verificarse por una referencia a otros pasajes en que la misma
palabra griega es empleada. (Hechos 11:19; 13:42; 16:6). Siete
veces (Hechos 5:42; 17:18; 1ª. Corintios 15:1,2; 2ª. Corintios
11:7; Gálatas 1:16; Apocalipsis 14:6), la palabra "predicar"
es la traducción de euaggelizo, vocablo que significa "traer
buenas noticias" o "anunciar alegres nuevas" o
"proclamar las buenas nuevas". El mismo verbo aparece
en otros cuarenta pasajes donde es traducido generalmente
"anunciar". El otro verbo griego traducido "predicar"
es kerusso, que significa "proclamar públicamente como un
heraldo" con la sugestión siempre de "formalidad, gravedad
y de una autoridad que demanda atención y obediencia" (Joseph
Henry Thayer, A Greek - English Lexicon of the New Testament, pag.
346). Este verbo aparece sesenta y una veces "publicar",
dos veces "pregonar" y una vez "divulgar".
Lo
dicho hasta aquí basta para comprobar que "la comunicación
verbal" de la verdad divina es el método divinamente ordenado
para la aplicación del evangelio. Pero es necesario hacer
constar que dentro de este método existe una saludable
variedad. Aparte de los términos ya mencionados. Existen
varias otras expresiones en el Nuevo Testamento que describen los
discursos cristianos. Solo en el libro de los Hechos se
encuentran veinticuatro de ellas, tales como "exhortar",
"testificar", "disputar", "afirmar",
"persuadir", "amonestar", "profetizar",
"disertar", "enseñar", "alegrar", y
otras más.
2.7.
TENTACIONES DEL PREDICADOR
Como
palabra de consejo. Advertencia, y exhortación escribió un ministro
apostólico sobre el peligro de:
2.7.1.
La ambición de poder y la alabanza. Un ministro puede sentir el
atractivo del poder en sus relaciones comunes con su
congregación. Hay algunos cuyo deseo de dominar se muestra
abiertamente en sus intentos por convertirse en dictadores en sus
propias iglesias. Para esto el Apóstol Pedro nos advierte:
"Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de
ella no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta,
sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que
están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo de la grey". (1ª.
Pedro 5:2,3). El amor al poder y del poder, se vincula con la
alabanza. No podemos negar que hay alabanza sincera la cual es
muy correcta y es justa y merecida. Cuando la alabanza se
convierte en adulación, el peligro reside en que un predicador se
convierta en adicto a alabanza hasta llegar a convertirse en una
necesidad y lucha por obtenerla a cualquier precio, semejantemente
como lo busca y lo consigue el adicto al alcohol puede que una vez
haya tenido un paladar delicado, capaz de discriminar ente vinos
escogidos, pero ahora su deseo principal es embriagarse, y no puede
ser exigente en cuanto a la calidad del brebaje que produce el
efecto. El deseo de alabanza puede arruinar a un predicador
hasta el punto de hacerlo incapaz de distinguir entre adulación y
cumplidos huecos por una parte, y sincera gratitud y aprobación por
una tarea bien cumplida, por la otra.
2.7.2.
La auto exhibición. La personalidad del predicador, puede ser
dañada cuando se cae en la tentación del exhibicionismo, cuando se
ama y s busca la espectacularidad, cuando se inclina el ministro al
dramatismo, cuando se coloca en el centro, olvidando que el centro de
la predicación es Cristo, los oyentes debe ir a ver a Cristo, en el
momento de la presentación de la predicación. Los oyentes
deben encontrar expedido el camino para el encuentro personal con
Cristo. De la otra manera los creyentes se sentirán frente a un
actor y no frente a un predicador.
2.8.
conclusión
Mucho
más podríamos haber escrito sobre este tema, también queremos
decir que nuestro interés no es solo informativo, sino queremos que
primordialmente sea FORMATIVO, y para ello no se requiere un volumen
grande de muchas ideas y técnicas, sino realmente algunos
puntos prácticos que puestos en acción, producirán predicadores
eficaces, espirituales y conscientes de la necesidad del pueblo de
Dios y del mundo irredento. Por lo tanto invitamos al
estudiante, a que su aprendizaje sobre este tema no termine aquí,
sino sólo sea un génesis.
3.
LA PREPARACIÓN DEL SERMÓN
"Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
de que avergonzarse, qué USA bien la palabra de verdad". (2ª.
Timoteo 2:13).
3.1.
INTRODUCCIÓN
Cumpliendo
con lo que dijo el gran predicador, Pablo, en el versículo que hemos
tomado de base, donde nos aconseja a "usar (dividir, trazar,
manejar acertadamente) bien la palabra de verdad," hemos
copilado este material que creemos nos dará una idea general y
práctica de cómo preparar un sermón. Enseguida les presento en
síntesis una de las formas más comunes de preparar el arreglo del
sermón y luego después de esta introducción les presentaré cada
división en una forma más detallada para una mejor comprensión y
profundización sobre lo ya referido.
3.2.
TEXTO, TEMA, INTRODUCCIÓN, CUERPO DEL SERMÓN, APLICACIÓN Y LAS
ILUSTRACIONES
3.2.1.
El texto. El tomar un texto para predicar, despierta el interés de
la congregación y llama la atención del pueblo. Gana la
confianza de éstos porque el predicador va a proclamar la Palabra de
Dios y no sus propias opiniones. Ala vez da al predicador
autoridad y valor en proclamar su mensaje. Le ayudará al mismo
tiempo guardar su mente de vagar.
Pero
¿cómo escoger el texto para el mensaje?
Primero. Por
la dirección del Espíritu Santo. Al hombre que vive
continuamente bajo la influencia y el poder del Espíritu Santo,
raras veces le será difícil hallar de qué predicar.
Segundo. Por
la lectura constante de la Palabra de Dios. La Biblia es la mina
del Predicador. Cuando algún pensamiento o ilustración le
impresione, debe anotarlo en una libreta. A veces, al leer las
Escrituras, cierto texto le llamará la atención y aun un bosquejo
se le presenta. Hay que apuntar tales pensamientos, pues algún
día le servirán.
Tercero. Las
necesidades del pueblo le ayudarán al predicador a escoger su texto
para el mensaje. Hay que estudiar las necesidades físicas,
morales y espirituales del pueblo.
Por
último, la lectura de libros buenos, si los leemos no para
copiarlos, sino para recibir inspiración, será una ayuda grande. El
estudio de las biografías de grandes predicadores, misioneros y
reformadores, es una grande inspiración para el predicador.
Debe
evitar escoger textos o temas que no pueda desarrollar. El
predicador debe evitar controversias. Tampoco debe usarse como
texto una parte de un pasaje que exprese una parte de la verdad, por
ejemplo: "No hay Dios". El texto completo es. "Dijo
el necio en su corazón: No hay Dios". (Salmo 14:1).
Para
la interpretación del texto que hemos escogido, hay que saber
exactamente lo que quiere decir la Biblia del texto. Por el
estudio el contexto se puede entender mejor lo que quiere decir el
texto. Al escoger un versículo sin considerar el contexto, se
expone uno a muchas equivocaciones. También es muy importante
en la interpretación de cualquier porción de la Biblia, compararla
con los pasajes paralelos, si los hay, o los que tratan del mismo
asunto. Después de haber hecho todo esto con diligencia y
oración, entonces se pueden buscar otras ayudas en libros o
comentarios.
3.2.2.
Tema y título. Para presentar un buen sermón, es necesario tener
primero un buen tema sobre algún asunto definido, específico,
concreto y determinado.
Antes
de proceder a elaborar un sermón, es menester hacerse primero la
pregunta: ¿De qué voy a hablar? La respuesta a esta pregunta
dará el tema. Tómese, por lo tanto, como regla general,
hacerse la pregunta: ¿De qué voy a hablar? Un buen tema en augurio
de un buen sermón, dado que el sermón ha de contener el desarrollo
del asunto expresado en el tema.
¾
Tema. Proposición o texto que se toma por argumento o asunto de
un discurso. Viene del latín "Thema", y también del
griego "Thema", que significa proposición fundamental.
¾
Título. Inscripción que se pone al frente de un libro o de un
capítulo, para dar a conocer el asunto de que trata (Diccionario El
Pequeño Larousse Ilustrado).
3.2.3.
Introducción. Cada sermón necesita tener su introducción para
despertar el interés del auditorio y para introducir lo que
sigue. No debe prometer demasiado. Es bueno preparar la
introducción después de preparar el mensaje. No debe ser muy recia
ni demasiado extensa. Es mejor comenzar en un tono
ordinario y tratar el sermón gradualmente.
3.2.4.
El cuerpo del sermón. El desarrollo ha sido llamado el plan o
argumento del sermón. Se pueden hacer tantas divisiones como
sean necesarias, para ayudar a presentar el tema claro, definido y
completo. Sin embargo, no deben ser demasiado marcadas.
3.2.4.1.La
primera división. Debe tratar de aclarar el tema, contestando la
pregunta ¿Qué es? Se puede contestar esta pregunta: Primeramente,
por dar la definición del tema y sus términos. Por ejemplo, si
el tema del sermón es "La Santificación", la primera
parte puede dar la definición de la palabra, otros términos que
quieren decir la misma cosa, y errores que hay acerca del asunto,
etc.
¾
En segundo lugar, se puede contestar la pregunta con explicar el
tema, de allí la necesidad de entender perfectamente el asunto del
mensaje.
¾
Tercero, hay ocasiones que de halla la contestación de la pregunta
¿Qué es? Más claramente por medio de hacer comparaciones o
contrastes. Jesús usó este método muchas veces, comparando el
reino de los cielos con alguna cosa bien conocida, por ejemplo: "El
reino de los cielos es semejante a un hombree tratante que busca
buenas perlas...".
3.2.4.2.
La segunda división del sermón debe contestar la pregunta ¿Por
qué? Debe exponer la necesidad, la razón por qué uno debe creer y
aceptar la verdad expresada en el tema del sermón. En esta
parte del mensaje vienen los argumentos. Hay que convencer a los
oyentes de la verdad. Para hacerlo, el predicador debe tomar en
cuenta el alcance de los conocimientos del auditorio, comenzando por
un hecho ya conocido por ellos y procediendo así a lo
desconocido. Jesús, para enseñar las grandes y profundas
verdades celestiales, hablaba a la gente de las flores del campo, de
la siega, de las aves, el trigo y de las mujeres moliendo. Sigamos
su ejemplo:
3.2.4.3.
La tercera gran división del sermón tiene por propósito presentar
la manera por la cual el tema tratado puede efectuarse o, en otras
palabras, contestar la pregunta ¿Cómo? Por ejemplo: Si el tema
ha sido la Regeneración, la primera división explicará lo que es;
la segunda, por qué es necesaria; y la tercera división explicará
cómo puede ser efectuada. Esto debe incluir la agencia divina,
la parte que Dios hace, y la agencia humana, o sea, la parte que toca
al hombre.
4.
LA APLICACIÓN
La
parte más delicada del mensaje es la aplicación. ¡Cuántos
buenos sermones han quedado en el aire por falta de aplicarlos
directamente a los oyentes!. Muchas veces es mejor que el mismo
predicador haga su propia aplicación e invitación en lugar de dejar
este trabajo importantísimo al que está dirigiendo el
culto. No es suficiente que los hombres se convenzan de la
verdad, sino es menester que se conviertan. Los hombres por lo
general no dejan el pecado simplemente porque entienden que lo deben
dejar, sino por que sienten la culpabilidad de él, por lo tanto, hay
que tratar de llevarlos a esta convicción.
5.
LAS ILUSTRACIONES
Todo
sermón debe tener sus ilustraciones. La ilustración es al
sermón lo que la ventana es a la casa. La casa no debe ser toda
ventada, ni el sermón, todo ilustración.
¿Dónde
encontramos las ilustraciones adecuadas?
¾
Primero. En la Biblia. Las historias, las parábolas y
experiencias de personas que en ellas hallamos pueden usarse como
ilustraciones muy ciertas y efectivas.
¾
Segundo. En todo lo que nos rodea, hay que llevar los ojos y
oídos abiertos a todo lo que se hace y se dice a nuestro
alrededor. Jesús en sus sermones habló de los lirios, la luz,
la sal, las abejas, el trigo, etc.
¾
Tercero. En la historia y la biografía de las persona.
6.
ELECCIÓN DEL TEXTO
6.1.
SIGNIFICADO DE LA PALABRA "TEXTO"
La
palabra texto, viene del latín "texto", es el vocativo de
"textos", que significa, tejer. Pero la palabra tiene
diferentes acepciones.
¾
Texto es el contenido de un escrito cualquiera. De ahí que
cuando nos referimos a un libro, por su contenido o por el asunto que
trata, lo designamos como libro de texto: Libro de texto de historia,
libro de texto de lógica, libro de texto de matemáticas, libro
de texto de homilética, libro de texto de teología, etc.
¾
Pero para los efectos de la homilética, el texto es lo que nos sirve
de base para el sermón, o sea un versículo o un pasaje de la
Biblia.
6.2.
VENTAJAS DE TENER UN TEXTO
El
sermón consiste en explicar un texto de las Sagradas Escrituras. Si
no hay texto bíblico, podrá resultar un discurso, un artículo, un
ensayo, una disertación. Para que sea sermón, necesariamente
ha de tener como base una porción bíblica.
El
hecho de tener un texto para la predicación, representa una serie de
ventajas, tanto para el predicador, como para el auditorio:
¾
Da autoridad. Desde el momento que nos paramos en nuestro
púlpito y anunciamos un texto como base del mensaje, ese hecho nos
da autoridad delante del auditorio, ya que no nos proponemos a hablar
algo como de nosotros mismos, sino que anunciamos que vamos a
hablar de la Palabra de Dios, de la Biblia: "no que seamos
suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros
mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios" (2ª. Corintios
3:5).
¾
Despierta el interés. Si la elección del texto como base de
nuestro sermón ha sido una elección feliz, bien hecha, se despierta
el interés de la congregación y, de allí en adelante estará
atenta para ver como vamos a hacer su desarrollo y que es lo que
vamos a decir de ese texto en particular.
¾
Ayuda a recordar. Si el predicador "se va por todo el mundo
predicando el evangelio" y no tiene un texto en particular en el
cual ha de basar su sermón, será muy difícil recordar la idea
central después del sermón, tanto para el como para el
auditorio. Pero si hay un texto como base, será relativamente
fácil recordar tanto el desarrollo como las ideas expuestas en el
sermón.
¾
Da oportunidad para explicar la Biblia. Puesto que el sermón es
la explicación de un texto bíblico, cada vez que prediquemos,
usaremos un texto y en consecuencia, cada vez haremos uso de una
porción de la Biblia, lo que no logra el que "se va por todo el
mundo predicando el evangelio", porque no hay un tema o asunto
definido, específico, determinado, sino que habla de todo lo
que sabe, aunque quizá no lo que debe.
¾
Impide divagar. Si tenemos un texto, y el sermón consiste en
explicar el texto, este hecho nos impedirá divagar, ya que nuestra
tarea será concentrarnos al texto que hemos escogido.
¾
Da Veracidad. Si hoy predico sobre un texto que he escogió en
el Evangelio de Marcos y en otra ocasión tomo uno de Isaías, y
después uno de Apocalipsis, y luego del Génesis, este hecho de
tomar textos de diferentes porciones de la Escritura, dará variedad
a la predicación. El sermón cada vez será distinto, y en
consecuencia, habrá variedad.
6.3.
EJEMPLOS DE TEXTOS CON TEMAS
Texto. En
el principio... Génesis 1:1
Tema. Comenzar
Texto. ¿En
dónde estás? Génesis 3:9
Tema. Orientación.
Texto. La
vida es más que el alimento. Lucas 12:23
Tema. El
Supremo Valor.
Texto. ¿Cuándo
debes? Lucas 4:10
Tema. Deudores
somos.
Texto. Si
supieras..., Juan 4:10.
Tema. Oportunidades
desconocidas.
Texto.
¿Soy yo guarda de mis hermanos? Génesis 4:9
Tema.
La Responsabilidad
Texto.
Saldré como antes... Jueces 16:20
Tema.
Jugar con el peligro.
7.
EL TEMA
7.1.
NECESIDAD DEL TEMA
Para
tener un buen sermón, es necesario tener primero un buen tema sobre
algún asunto definido, específico, concreto y determinado. Antes
de proceder a elaborar un sermón, es menester hacerse primero la
pregunta: ¿De qué voy a hablar? La respuesta a esta pregunta
dará el tema. Tómese por lo tanto, como regla general, hacerse
siempre la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
7.2.
DEFINICIÓN DEL TEMA
El
tema es la expresión exacta del asunto, o sea la respuesta a la
pregunta: ¿De qué voy a hablar?
El
tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino ha
de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
El
tema es el mismo texto, pero dicho ya con nuestras propias
palabras. El tema es la raíz del texto. Después de todas
la ideas expuestas, podemos concluir que TEMA, es el asunto que nos
proponemos a desarrollar en un sermón, o sea el contenido del
sermón, dicho en una frase enérgica y sugestiva.
7.3.
ESCOGIENDO EL TEMA
¾
Para escoger un tema para nuestro sermón debemos tomar en
cuenta ¿????? y las siguientes son unas de las
principales, por no decir las principales.
§
Escoger un tema que uno conoce bien.
§
Nunca debe buscar algo que sea superficial y de poco interés.
§
Debe buscarse un tema que tenga como fin traer bendición para
nuestro auditorio.
§
Debe ser un tema condensado a cierto fin y no demasiado general.
§
No se debe considerar solamente lo que se va a decir, sino también
lo que no se va a decir.
¾
El predicador debe ser un hombre observador, y en su trato con las
personas convertidas y las no convertidas debe hallar temas que sean
provechosos para su auditorio.
¾
No se vaya a confundir lo anterior con la mala costumbre de decir del
púlpito lo que se observa en los hogares que el predicador en su
trabajo diario visita pues el predicador que esto hace, pronto
se dará cuenta que se le ha perdido la confianza y nadie le platica
asuntos íntimos por razón que tienen miedo que los vaya a decir del
púlpito.
¾
Observe su congregación y dése cuenta si hay inquietud en ellos por
algunas de esas pruebas que suelen venir como olas de Satanás para
destruir la Iglesia de Cristo, y pídase a Dios, con mucha oración,
un tema que levante el ánimo de la congregación.
8.
LA INTRODUCCIÓN
8.1.
SU NECESIDAD
Una
pared larga y lisa de un edificio no tiene ningún atractivo para
nadie, pero si a esa pared se le pone en la parte superior una
cornisa un adorno, se ve mejor. Y si se le ponen unas ventana
artísticas y hermosas, llamarás más bien la atención. Si
además de eso se le pone un portalito, ya cambia totalmente su
presentación. Ese mismo objeto se logra con la introducción en
el sermón.
El
sol por la mañana no aparece exabrupto, sino que empieza una
claridad un tanto tenue por el horizonte, claridad que va aumentando
a medida que el astro rey avanza y hace su aparición en la
tierra. Cuando se encuentra en el cenit, sus rayos son más
esplendorosos y más brillantes y más hermosas. Así pasa con
la introducción del sermón. Es como dice Proverbios 4:18; "Mas
la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento
hasta que el día es perfecto".
Un
preludio es la música que se toca antes del servicio o del culto, o
para mejor decir, con eso se da principio al culto. Pero
preludio significa que precede o sirve de entrada y principio a
alguna cosa. Es la escala, el arpegio, antes de cantar o tocar
la pieza principal. Esto mismo en el terreno de la predicación
sería la introducción.
Todos
los libros o la inmensa mayoría de ellos tienen una Introducción, a
la cual también se le llama Exordio, Prefacio, etc. El sermón por
la misma razón ha de tener su introducción.
Algunos
libros de la Biblia también tienen su introducción: "En el
primer tratado (luego veremos el primer tratado), Oh Teófilo, hablé
acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar..."
(Hechos 1:1-5). Esta es una buena y excelente introducción
que Lucas hace en el libro de los Hechos.
"Puesto
que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas
que entre nosotros han sido ciertísimas (éste es el primer
tratado), tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo
vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido
también a mí, después de haber investigado con diligencia todas
las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo
Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales
has sido instruido" (Lucas 1:1-4).
8.2.
SUS FUENTES
Ya
hemos demostrado que es una necesidad tener una introducción en todo
sermón. Ya vimos también cual es el objeto de la introducción
en la predicación. Veamos ahora las fuentes de donde podemos
obtener introducciones:
¾
El Texto. Si hay en el texto algunos elementos que necesitan
explicación, esta explicación nos puede servir de introducción.
Texto. "Porque
no me averguenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para
salvación". (Romanos 1:16).
Tema.
La Dinamita de Dios.
Introducción. En
el griego original encontramos que la palabra "Potencia"
tiene la misma raíz que la palabra "dinamita". Viene
de la palabra "Dúnamis". De modo que esta explicación
nos da pie para poner el tema. La Dinamita de Dios. La
explicación el texto nos sirvió de introducción.
¾
El Contexto. El contexto es lo que va con el texto, o sea lo que
está tanto antes como después del texto. Originalmente el
Salmo 55 eran dos salmos distintos. Pero como los dos
salmos expresaban lamentos por la necesidad, se unieron en uno solo.
El
primero lo formaban los versículos del 1 al 18, incluyendo el
versículo 22. El otro salmo estaba formado por el resto de los
versículos. La nota más práctica está en los versículos 13
y 14, en donde el jefe de sus enemigos, fue en un tiempo su más
íntimo amigo; que siempre iban juntos al templo. Pero su amigo
no sólo se convierte en su enemigo, sino que se hace jefe de un
grupo de enemigos. Esto le hace observar en derredor de él
mismo, y cómo no encuentra seguridad, esperanza, comprensión; como
en este mundo no hay nada que le ofrezca suficientes garantías,
estas las busca en las cosas divinas, en Dios mismo y eso lo hace
exclamar: "Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará".
Esta
explicación que encontramos en el contexto, muy bien nos puede
servir como material para la introducción.
¾
Ocasional. Ocasional quiere decir al momento, las circunstancias
que nos reúnen. La ocasión es un culto de una dedicación de
una graduación, de una iniciación de sermones, o cursos, de una
boda, de un día de la madre, etc., esa es la ocasión.
8.3.
EJEMPLOS DE INTRODUCCIÓN
Texto. Hebreos
11:24-26
Tema. La
elección de Moisés.
Introducción. Esta
galería de los Héroes de la fe del capítulo 11 de Hebreos, es uno
de los capítulos más apreciados en el libro de Hebreos, y
Moisés es uno de los héroes más destacados en esa galería. Hizo
la gran elección de su vida "por fe" cuando escogió
servir a Dios más bien que a los dioses de Egipto.
Texto. Mateo
6:5-8; 7:7-11; Santiago 5:13-16
Tema. La
Oración en la vida cristiana.
Introducción. Es
muy apropiado la figura que se ha aplicado a la oración, a saber:
que la oración es para la vida espiritual lo que es la respiración
para la vida física. Como no dura muchos momentos esta vida sin
la respiración, así tampoco puede aquella existir mucho tiempo sin
la oración. Es vital para todo cristiano.
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